Tráfico rodado en la calidad del aire urbano en Europa

Autor

Rafael Borge García

<p>Catedrático de la ETSI Industriales de la Universidad Politécnica de Madrid y colaborador de la Cátedra Fundación Repsol.</p>

Rafael

La contaminación del aire representa un desafío global para la salud pública, causando 6.7 millones de muertes prematuras anuales según la OMS. Este problema se agrava en entornos urbanos debido a la concentración de población, y se proyecta que para 2050, el 70% de la población mundial vivirá en ciudades. El tráfico rodado, omnipresente en áreas urbanas, contribuye significativamente a las emisiones contaminantes, siendo responsable del 10.4% de PM2.5 y hasta el 43.3% de NOx en Europa.

Se identifican 26 tipos de medidas para mejorar la calidad del aire. Entre estas medidas, se destacan las zonas de bajas emisiones (ZBE), las tarifas de congestión, la restricción de circulación por número de matrícula, variaciones en los límites de velocidad, carriles de alta ocupación (VAO), aparcamientos disuasorios y estrategias de gestión del estacionamiento.

Las ZBE, ampliamente utilizadas en Europa, limitan el acceso vehicular según la clasificación ambiental, demostrando en varios estudios una aceleración en la renovación de la flota y reducción de emisiones. Las tarifas de congestión buscan reducir la circulación en áreas de alto tráfico, aunque su impacto en la calidad del aire es más difícil de cuantificar. La restricción de circulación por número de matrícula se considera puntual y tiene efectos limitados en la calidad del aire a largo plazo.

En cuanto a la velocidad, la variación según el tráfico es más efectiva que simplemente reducir los límites. Los carriles VAO, especialmente beneficiosos en situaciones de congestión, pueden incentivar la adopción de vehículos eléctricos si tienen acceso preferencial. Además, se examinan estrategias de gestión del estacionamiento, como parkings disuasorios y regulación del servicio, aunque la bibliografía sobre su impacto en la calidad del aire es limitada.

En conclusión, se destaca la necesidad de una combinación de medidas, la importancia de la participación ciudadana, la regulación gubernamental y la colaboración empresarial para abordar la contaminación del aire en las ciudades. También se reconoce la complejidad de evaluar su eficacia.

Puedes conocer más en el informe adjunto.