Hasta ahora hemos aplicado modelos de producción lineales, es decir, extraemos, producimos, consumimos y desechamos. La sociedad en la que vivimos hace que el ritmo de consumo se esté acelerando, se trata de un modelo rápido, pero poco sostenible para el planeta que conlleva la generación de gran cantidad de residuos que acaban en vertederos.
Las ciudades constituyen el principal motor de crecimiento económico y pueden impulsar la economía circular dando respuesta a necesidades urgentes como la correcta gestión y aprovechamiento de los residuos generados.
En el entorno rural abundan los recursos y el potencial para convertir residuos en materias primas, para los que se deben encontrar fórmulas que los revaloricen y optimicen y, de esta manera, crear oportunidades económicas que generen riqueza y puestos de trabajo en el territorio.
Por otra parte, la industria necesita encontrar soluciones basadas en la economía circular, que apoyen procesos de descarbonización de sus productos, eliminen costes derivados de los desperdicios de materiales y aseguren la cadena de suministro de materiales críticos.