Vista aérea de un puerto y carretera

Este tipo de carburantes representan una oportunidad clave para abordar el desafío de reducir las emisiones de gases efecto invernadero (GEI) en el transporte terrestre, aéreo y marítimo.

Los combustibles renovables se han ido postulando en unos los últimos años como una de las alternativas tecnológicas más interesantes y beneficiosas para afrontar el proceso de descarbonización del sector transporte en todas sus formas. A nivel europeo, este ámbito representa el 23% de las emisiones totales de gases efecto invernadero generadas en el entorno comunitario. Datos muy relevantes y en consonancia con los recogidos también en nuestro país, siendo el 25% las emisiones totales en España, de las cuales un 95% provienen concretamente del transporte por carretera.  

Con estas cifras tan elevadas y todo lo que puede implicar en términos medioambientales, la utilización de este tipo de carburantes trae consigo una gran cantidad de beneficios. Entre ellos, podemos destacar que se trata de una modalidad de combustible muy versátil, ya que engloba tanto a los biocombustibles, elaborados a partir de residuos de origen orgánico, como a los combustibles sintéticos, que se producen con hidrógeno renovable y CO2 capturado de la atmósfera.  Pero también, que para su producción se utilizan materias primas reutilizables que permiten impulsar la economía circular y favorecer la independencia energética.
 

Contribución a los objetivos de descarbonización

Los diferentes planes de reducción de emisiones que se están implementando actualmente, tanto a nivel europeo como nacional y global, contemplan medidas que fomentan el uso de combustibles renovables como parte integral de sus propuestas.

  • En nuestro país, el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) 2021-2030 establece un objetivo general de energías renovables en el transporte del 14% para el año 2030 y unas metas concretas de utilización de biocarburantes avanzados del 1% el año 2025 y del 3,5% para 2030. 
  • En el caso de la Unión Europea, el Plan REPowerEU da a los diferentes Estados miembros la opción de elegir entre un objetivo de reducción del 14,5% en el transporte a través de energías renovables hasta 2030, o que al menos un 29% de su consumo en transporte sea procedente de energías renovables hasta la misma fecha. Además, señala un 5,5% de cuota para los biocombustibles avanzados y los combustibles renovables de origen no biológico, como son los carburantes sintéticos basados en el hidrógeno. 
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  • Si nos fijamos, por último, en las iniciativas que se están tomando en la esfera internacional, encontramos que son muchos los países que están inclinándose decididamente por el uso de estos carburantes. Es el caso, por ejemplo, de Brasil, donde se esperan que vayan a cubrir el 40% de su demanda en el transporte por carretera para 2030, tal y como establece en sus Perspectivas de la economía para 2023 el World Economic Outlook (WEO)

 

Reducción de la huella de carbono en el sector transporte

Esta gran apuesta a corto y largo plazo por la utilización de combustibles renovables en todos los niveles de la movilidad, se entiende mejor teniendo presentes dos de sus ventajas más importantes. En primer lugar, se trata de combustibles que permiten reducir las emisiones en su ciclo de vida, ya que la cantidad de CO2 que se libera a la atmósfera durante su combustión se compensa con la cantidad de CO2 que se ha capturado previamente durante la vida útil de la materia prima que se utiliza para su elaboración. 

La segunda de sus ventajas es que pueden utilizarse a día de hoy en cualquier medio de transporte como el combustible tradicional, sin necesidad de hacer cambios en sus infraestructuras ni en sus motores. Esto lo convierte en una alternativa perfecta para reducir las emisiones del transporte pesado por carretera, el aéreo o el marítimo.

Infografía combustibles renovables Repsol

 

Comparación de tecnologías

Además de los combustibles renovables, existen otras tecnologías enfocadas a la reducción de emisiones en la movilidad, como la electrificación o el hidrógeno, que conviven y se complementan entre ellas. Para poder determinar con precisión la competitividad de cada una de estas alternativas, es importante tener en cuenta el ciclo de vida de la fuente energética y el ciclo de vida del propio vehículo, para calcular correctamente su nivel de reducción de emisiones. 

En el caso de los combustibles renovables, un factor muy relevante para sus niveles de reducción de emisiones es la elección de la fuente energética para su producción. Utilizando en sus procesos electricidad proveniente de generación renovable como la energía solar o la eólica, estos combustibles se postulan como una alternativa tecnológica muy competitiva y resolutiva para abarcar la reducción de emisiones en el transporte. 

 

Impulso a los combustibles renovables

Para aprovechar al máximo todo su potencial y seguir avanzando con paso firme en la consecución de los objetivos marcados en cuanto al uso de combustibles renovables, existen diferentes asociaciones y entidades en nuestro país especializadas en este ámbito que cumplen una labor de divulgación y apoyo esencial. 

Es el caso de la Fundación Crecemos que, bajo el amparo de más de 20 entidades líderes en sectores como el de la energía, la industria o el transporte, nace con el propósito de impulsar en España la economía circular y el uso de combustibles renovables para afrontar con éxito los desafíos energéticos actuales.  

También merece la pena destacar la labor de la Plataforma Compromiso Rural, con el liderazgo del Institut Cerdà y la Secretaría General para el Reto Demográfico del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico. Su objetivo es ayudar a las empresas a fomentar su contribución al desarrollo del medio rural, un entorno donde los combustibles renovables pueden suponer una buena oportunidad para trabajar en la reducción de emisiones.

Los combustibles renovables representan una pieza fundamental en los esfuerzos por avanzar en la descarbonización del transporte. Promover su uso y respaldarlo con políticas y regulaciones, tanto a nivel nacional como global, así como seguir invirtiendo en su investigación y desarrollo, es crucial para lograr un sistema de transporte más eficiente y sostenible.