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El metano es el alcano más simple, una molécula muy abundante en la naturaleza y el segundo gas de efecto invernadero (GEI) más importante. Según el último informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático, es responsable de cerca de la mitad del aumento neto de 1,0 grados centígrados de la temperatura media mundial desde la era preindustrial.

En contraste con el CO2, que permanecerá en la atmósfera durante siglos, el metano es un gas de vida corta, por lo tanto, lo que si la liberación de metano se detiene hoy, en un par de décadas estará completamente fuera de la atmósfera.

Reducir rápidamente las emisiones de metano es complementario a la acción sobre el CO2 y otros gases de efecto invernadero y se considera la estrategia más eficaz para reducir el calentamiento global a corto plazo y mantener a nuestro alcance el objetivo de limitarlo a 1,5 grados centígrados.

En la COP26, más de 110 países firmaron el Compromiso Mundial sobre el Metano y acordaron tomar medidas voluntarias a nivel nacional para contribuir a reducir las emisiones mundiales de metano al menos un 30% por debajo de los niveles de 2020 para 2030. Un paso adelante vital, aunque algunos grandes emisores siguen al margen.

 

Las emisiones de metano proceden de diferentes sectores, siendo la agricultura, el petróleo y el gas y los residuos y vertederos los principales contribuyentes por este orden. Es el sector del petróleo y el gas el que realizará la gran mayoría de las reducciones necesarias para cumplir el Compromiso.

La falta de datos empíricos y verificados sobre las emisiones de metano limita la acción a la escala y velocidad necesarias para evitar el peor impacto sobre el cambio climático. Hay muchos problemas de medición en los trópicos debido a las condiciones meteorológicas y a la humedad que impiden la medición aérea y por satélite.

Las mediciones directas en todos los sectores contribuyentes son fundamentales para reducir la falta de datos sobre el metano. La buena noticia es que no es difícil mejorar las mediciones. No es un problema de inversión, ya que el coste de las mediciones ha bajado. El reto consiste en que las empresas privadas entiendan la tecnología, ya que no están acostumbradas a contratar satélites.

Las acciones de todos los sectores que contribuyen a las emisiones de metano desempeñan un papel fundamental:

  • En agricultura y alimentación, las soluciones incluyen reducir la fermentación entérica, vacunas, cambiar el tamaño de las razas, mejorar el ciclo de vida, trabajar en piensos y aditivos, valorar la generación de biogás.
  • En el caso del petróleo y el gas, se conocen varias soluciones, como la compresión del aire en lugar del venteo o la reducción de la quema en antorcha, pero el factor diferenciador clave podría ser la valoración monetaria en términos de pérdidas de metano.
  • La colaboración entre actores de la misma industria y también entre diferentes sectores será un motor, compartiendo los costes de detección y utilizando las ventajas competitivas.

 

Sean cuales sean los sectores, el cambio de comportamiento y la concienciación son dos palancas clave de reducción, a nivel sectorial pero también a nivel del consumidor.

El metano tiene una vida atmosférica mucho más corta que el CO2, pero es un gas de efecto invernadero mucho más potente. El objetivo del Compromiso Mundial sobre el Metano de reducir las emisiones antropogénicas de metano en al menos un 30% para 2030 con respecto a los niveles de 2020 es clave para mitigar el cambio climático.