El impacto del transporte rodado sobre el consumo de recursos minerales y metálicos

Autor

Tomás Gómez-Acebo Temes

Director de la Cátedra Fundación Repsol de Transición Energética de la Universidad de Navarra

Tomás

El transporte y almacenamiento de hidrógeno requiere técnicas para reducir su volumen, destacando el uso de amoniaco (NH3) y metanol (CH3OH) como portadores. Ambos compuestos cuentan con infraestructuras bien desarrolladas. El amoniaco se produce mediante el proceso Haber-Bosch, mientras que el metanol "verde" se obtiene a partir de gas de síntesis, lo que permite condiciones de producción más favorables. Aunque ambos son tecnologías maduras, el metanol "verde" tiene un potencial futuro interesante al poder fabricarse a partir de CO2 capturado.

Ambos portadores se pueden usar como combustibles en motores de buques, contribuyendo a la descarbonización del transporte marítimo, aunque su potencia calorífica es menor que la del diésel. El amoniaco presenta retos de seguridad debido a su toxicidad y la necesidad de controlar emisiones de NOx, mientras que el metanol, aunque menos tóxico, produce CO2 durante su combustión, salvo en su variante "verde".

En términos de transporte, el metanol es líquido a temperatura ambiente, lo que facilita su manejo, mientras que el amoniaco requiere refrigeración, aumentando los costos. En cuanto al contenido de hidrógeno, el amoniaco ofrece ventajas, pero ambos presentan riesgos y desafíos en su conversión para recuperar hidrógeno. La elección entre estos portadores dependerá de factores como la infraestructura, la seguridad y los objetivos de reducción de emisiones, lo que asegura que ambos desempeñen roles en la economía del hidrógeno.