Autor
Carlota Navas
Estudiante del Máster en Ingeniería Industrial en al Universidad Politécnica de Madrid.
Autor
Javier Pérez Rodríguez
Profesor del Departamento de Ingeniería Química Industrial y del Medio Ambiente. Miembro del Grupo de Tecnologías Ambientales y Recursos Industriales.
La huella de carbono de los vehículos pesados varía considerablemente en función de factores como la capacidad de carga del vehículo, el contexto geográfico y temporal, así como el tipo de ruta o patrón de conducción.
En las tecnologías de combustión interna, la fase de uso del combustible es la que predomina en cuanto a la generación de emisiones, mientras que en las tecnologías eléctricas e híbridas, la fase de producción de la fuente energética adquiere un papel más relevante.
El impacto asociado a la fase de producción depende en gran medida de la fuente de obtención de la energía, siendo este un factor determinante en el caso de la electricidad, el hidrógeno y los biocombustibles o combustibles renovables.
En términos del ciclo de vida del vehículo, los vehículos eléctricos tienden a generar un mayor impacto en comparación con los de combustión interna, principalmente debido a la producción de las baterías. Sin embargo, al aumentar la vida útil de estas baterías, se puede reducir el impacto global.
El impacto de las tecnologías híbridas está fuertemente influenciado por el tipo de conducción, ya sea en entornos urbanos o interurbanos.
Existen diversas soluciones posibles para minimizar el impacto climático de estos vehículos, y no hay una única respuesta aplicable a todos los contextos.