Los autores analizan desde el impacto de la inteligencia artificial (IA) en la conducción autónoma, desde la toma de decisiones en base a la percepción del entorno, así como la aceptación por parte de los usuarios en base a parámetros como la robustez, seguridad y fiabilidad.Se identifican varias funciones: nivel estratégico, táctico y operacional.
La IA puede tener impacto en la seguridad de los ocupantes del vehículo y además implica cuestiones éticas como a quién salvaría el vehículo y cómo minimizar daños.
A esta complejidad se añade una legislación en desarrollo y una inversión elevada en tecnología e infraestructura.
Se pone de relieve los resultados de la encuesta realizada por la Cátedra en la que casi un 48% de las personas no utilizarían un vehículo autónomo. Aun así, por parte del público experto, no se identifica un problema comercial como barrera significativa, aunque requiere de información y divulgación al público general
Los autores señalan que los usuarios han de percibir la IA en los vehículos autónomos como segura para conseguir una correcta y eficaz introducción en el mercado.