Innovación y desarrollo tecnológico para la transición energética
Debemos seguir avanzando hacia la descarbonización del sistema energético, para que sea neutro en emisiones de gases efecto invernadero (GEI), a la vez de garantizar la seguridad de suministro y la competitividad económica. Transformar nuestro propio modelo económico, y el energético en particular, no es fácil. Por eso hay que definir nuevas políticas, sólidas y resilientes, capaces de dar respuesta a un entorno cambiante. Aquí es donde radica la importancia de la innovación y el desarrollo tecnológico, que pueden aportar soluciones disruptivas que faciliten y aceleren el proceso de descarbonización de la economía.
Relevancia de la I+D+i
La I+D+i permite generar prosperidad y crecimiento económico en las empresas, los sectores y los países. Por eso, la transición energética necesita un importante esfuerzo innovador para su descarbonización. Y es que el sector energético requiere de tecnologías nuevas, más cuidadosas con el medioambientalmente, a un coste más eficiente y competitivas en los mercados, así como un sistema inteligente y sostenible, que permita crear nuevos modelos de negocio innovadores.
En los próximos veinte años, se necesitará un esfuerzo masivo de investigación, coordinación e innovación, que hagan económicamente viables las soluciones de baja o cero emisiones en carbono y que promuevan tecnologías que aún no están suficientemente maduras o bien aún no son conocidas en el mercado.
Ámbitos tecnológicos
La inversión en I+D+i deberá orientarse en buscar soluciones de transformación de carbono neutro en áreas como la electrificación (energías renovables, comunidades energéticas, redes inteligentes y baterías), el hidrógeno renovable y las celdas de combustible, el almacenamiento de energía, la descarbonización de la industria especialmente la de uso intensivo de energía, para que sean neutras en carbono, la economía circular, la bioeconomía y la intensificación sostenible de la agricultura y la silvicultura.
Para ello, los distintos países tienen por delante el reto de crear un marco regulatorio adecuado, que promueva instrumentos financieros para llevar a cabo estos proyectos e innovaciones disruptivas de alto riesgo.